Publicado: 11/06/2017 - Actualizado: 20/05/2019
Autor: Antonia González
Hoy tengo el ENORME placer de dejaros con unas palabras sobre cómo afecta a la pareja el no conseguir el bebé deseado. Son de nuestra Psicoterapeuta Emocional Gabriela Cunha, como ya sabéis la amo profundamente, y todo aquel que pasa por sus manos, la acaba amando igual que yo…. así que tengo poco más que añadir, solo dejaros con ella y espero que sus palabras os ayuden en este proceso tan duro.
«Para poder entender cómo se ve afectada una pareja que desea un bebe que no llega, tenemos que empezar por entender qué es “ser pareja” y es que esto de ser la pareja de alguien o sentirte pareja de alguien implica reconocer al otro como un “legítimo” en el espacio de convivencia y con quien nos disponemos a hacer camino en esta vida…experimentando, viviendo y construyendo proyectos vitales, como por ejemplo, construir una familia con descendencia.
Desde luego, y al igual que cada persona es única e irrepetible, cada pareja es única e irrepetible. La vivencia de cualquier experiencia o situación compartida en pareja será vivida por cada componente de la misma desde una perspectiva única. Por supuesto que habrá puntos comunes pero la vivencia personal estará llena de matices que tendrán que ver con la manera de ser de cada uno, con sus rasgos de carácter, su escala de creencias y su escala de valores. Incluso con su manera de soñar, desear y su nivel de tolerancia a la frustración.
Si de por sí la convivencia tiene sus dificultades y requiere de negociaciones , charlas, puestas en común y proyectos que suponen verdaderos retos dentro de la relación, nos podemos imaginar lo duro que puede ser desear un hijo y no conseguirlo. Mes tras mes encontrarte con la regla y la sensación de vacío asociada con la ausencia de ese deseado embarazo.
Con el paso de los meses estas parejas comienzan a vivir un proceso de espera que va sumando tensión y frustración a medida que pasa el tiempo, dando paso a la salida a la luz de todos aquellos puntos de disonancia o desencuentro, todo aquello que no está maduro dentro de la relación o debe ser revisado. Puntos de fricción dónde las heridas de cada miembro de la pareja parecen resurgir.
Todos tenemos un pasado, una historia de vida que nos lleva a ser quiénes somos y cómo somos.
Cuando algo que se presupone fácil y dulce se convierte en un camino difícil de transitar, lleno de incertidumbre y de interrogantes, se ponen a flor de piel todos nuestros miedos.
Aquello que debería ser todo un disfrute en intimidad con el otro comienza a perder calidez y calidad. En lugar de estar del todo presentes de la intimidad compartida comienzan a rondarnos preguntas y cuestionamientos… muchos se viven en silencio, otros se expresan, a veces, culpando sin querer al otro.
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La presión silenciosa que rodea cada encuentro sexual crece llegando a convertirse en una actividad con el único objetivo de conseguir un embarazo. Comienzan a programarse los encuentros, previa mirada al calendario y calculando las fechas fértiles.
Ellas, centradas en valorar los síntomas que les da su propio cuerpo, si son de regla, de ovulación o de embarazo dejando casi olvidado el deseo, la pasión y el disfrute del y con el otro.
Ellos con la inmensa presión de “dejarla embarazada” ( a lo que se suma sentir deseo en la fecha adecuada y no antes ni después, mantener una erección y como muchos de ellos categorizan “dar la talla”) todos esto se convierte en una carga psicológica increíble que acaba con la libido de ambos.
Y para sumar, como si fuese poco, la presión social. Esas temidas frases del tipo “ Y ustedes para cuándo??” que aunque estén cargadas de buena intención cuando se está en un momento frustrado de búsqueda duelen, duelen mucho porque también nos lo preguntamos y no tenemos una respuesta… solo un sueño que tarda en materializarse.
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El dolor del vacío suma la dureza de los crueles juicios que a veces tenemos sobre nosotros mismos: parece que no somos mujeres si no somos madres biológicas y con nuestros propios óvulos. Parece que no son hombres de verdad si su esperma es el que no tiene una calidad óptima o como ellos mismos dicen “no soy capaz de dejar embarazada a mi mujer”
Podemos imaginar o comprender o empatizar con toda esta narrativa, estas palabras que intentan reflejar el reto con mayúsculas que todo esto supone para una relación, un amor de dos que sueña con ser un amor de tres y por razones que pueden explicarse o no, no siempre se consigue.
El mayor reto es crecer en la adversidad, es no perder el horizonte y que en lugar de dividir, enfriar y dinamitar la relación, ese no embarazo acabe haciendo que la relación de pareja se fortalezca, manteniendo viva esa llama que une y hace que, a pesar de la dureza del camino vivido haya valido la pena hacerlo de la mano de nuestra pareja.»
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