Publicado: 27/09/2015 - Actualizado: 18/05/2019
Autor: Antonia González
Hoy os vuelvo a dejar en las mejores manos, en manos de la psicoterapeuta de PsicoFertilidad Natural, nuestra querida Gabriela Cunha, para mi Gabi. Hace unas semanas, Gabi nos hablaba de algo parecido, del porqué se producía el miedo y sus consecuencias fisiológicas, bien, pues hoy con este segundo artículo, pretende dar respuestas a preguntas que vosotros le habéis hecho, y muy buenas, por cierto…
Todas y todos, sabéis que cuando empezamos a buscar a nuestro bebé, y pasan los meses, empieza a aparecer eso que tan poco nos gusta… el miedo… y cuando vamos a hacernos las pruebas de fertilidad, también aparece en algún momento el miedo… miedo al dolor en las pruebas, miedo al resultado de las pruebas… un sinfín de miedos…
Pero si luego vamos a realizar técnicas de fertilidad, también nos acompaña este sentimiento, el miedo, tenemos miedo a que no salga bien, a que nunca podamos conseguir nuestro tan deseado bebé… a veces es inevitable tener miedo…
¿El miedo se Hereda?
Pero hoy Gabi va más allá, da respuesta a la pregunta, ¿El miedo se hereda?…. ME ENCANTA esa pregunta, pero que list@s que sois!!!!
Todos los centros de reproducción deberían darle más importancia a las emociones, eso ya lo sabemos… pero si rascáramos un poquito más en cómo nos han educado, de dónde venimos… todo el proceso, sería mucho más sencillo y fácil de solucionar. Os dejo con sus sabias palabras… yo poco más tengo que añadir…
Hola a tod@s!
Antes de continuar por el camino trazado y meternos en el mundo de la Ansiedad y la Fobia, quiero responder una pregunta que he recibido por parte de muchos pacientes y lectores a partir de la primera entrega sobre el miedo, ya que me ha parecido muy interesante y oportuno aprovechar esta segunda entrega para retomar el tema partiendo de este interrogante ”¿ el miedo se puede heredar?
Muy buena pregunta!!, Lo cierto es que heredamos la capacidad de sentir miedo, pero aprendemos qué es el miedo cuándo lo vivimos y cuando nos lo traducen nuestros padres, nuestros cuidadores tempranos y algunas situaciones que vivimos posteriormente .
Sucede que cuando observamos a otras personas expresando sus emociones, se activan áreas de nuestro cerebro, las mismas que cuando somos nosotros los que estamos en ese estado emocional. Es como si nuestro cerebro se “acoplara” a la activación emocional del otro tal y como la percibimos, por sus movimientos, expresión gesticular, conductas… nuestro cuerpo actúa como un espejo y entran en acción las denominadas “neuronas espejo” es decir que, estimuladas o activadas por los cambios fisiológicos y conductuales de aquellas personas con las que estamos relacionándonos estas neuronas se activan y nos llevan a vivenciarlas en nosotros mismos, haciendo de espejo del otro.
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Esto es la base neurológica del proceso de empatía. Resulta que, cuando somos niños aprendemos en familia como enfrentarnos al miedo. Primero, introyectando la confianza básica y desarrollando una seguridad íntima de que, llegado el caso, alguien o algo fuera de nosotros nos ayudará con nuestros miedos y necesidades (sed, hambre, incomodidad, soledad, deseo de contacto físico…) Eso se aprende, se introyecta, en los primeros meses de vida en la estrecha unión psicosomática que formamos siendo bebés con nuestra madre.
Y sucede así mediante la superación de miles o millones de experiencias de miedo o sufrimiento con la ayuda de nuestra madre o de su sustituto. Introyectamos la capacidad de nuestra madre o cuidador principal para afrontar el miedo, y es esta diada apoyada por un tercero (o varios terceros) la que va a aportarnos soluciones en los momentos de miedo preprogramados y los nuevos momentos de miedo que surjan, creando así nuestro sistema básico de afrontar los temores.
El ser humano, como gran parte de los animales, tiende a repetir los comportamientos que generan gratificación y a evitar los comportamientos aversivos. Esto ocurre tanto en la aproximación real como en la aproximación mental, es decir en la fantasía.
Construimos nuestras herramientas para enfrentarnos a nuestros miedos naturales o patológicos observando como nuestra familia habla de los conflictos y el miedo, y de este modo se ven influidos nuestros rasgos de personalidad, ya que es en la infancia donde aprendemos los guiones básicos para movernos en la vida.
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En resumidas cuentas y como dijo Erikson, es en la crianza donde se construye la “confianza básica” y la “desconfianza básica” la segunda significa que, aquellos niños que sufren abandonos o abusos construyen la creencia (partiendo de las experiencias de miedo o sufrimiento infantiles) de que “nadie ira en su auxilio y tendrán que afrontar la situación en soledad”.
Creo que retomar el tema partiendo de esta pregunta y su respuesta, nos ayuda a tener una visión más amplia del funcionamiento de nuestro mundo interno y de cómo construimos nuestras reacciones en función de lo mamado o aprendido.
Les dejo un fuerte y cálido abrazo, hasta pronto!
Gabriela Cunha
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