Publicado: 20/09/2015 - Actualizado: 18/05/2019
Autor: Antonia González
Es Domingo por la noche, quedan unas horas para que sea Lunes, un día, que para muchos de vosotros es un día triste… son demasiados los que trabajan en lugares que no les gusta, con personas que no les gusta, en trabajos que no les gusta…. E incluso llegan a a vivir el pánico, cuando llega el Lunes.
Para todos ellos, va este texto de Joaquín Argente.
También hay personas que viven con angustia el día a día, porque viven con una familia que les produce dolor. Y también están aquellos que el simple hecho de vivir, ya es un esfuerzo… da igual la razón ni el origen, bueno, lo que nosotros creemos que es el origen, quizás no lo es… todo es mucho más profundo….
Porque lo primero que debemos cuidar y atender, es a nosotros mismos, a nosotras mismas… por eso hoy quiero que leáis este texto, que para mí es una verdadera joya, y que suelo recomendar leer a casi todos mis pacientes, porque no somos perfectos, y porque de vez en cuando tropezamos en el camino, aunque la piedra sea pequeña, a veces, nos duele…
Y para mi qué es lo importante de este texto? Pues el quererse un poco más, el respetarnos un poco más, o lo que es lo mismo, darnos permiso…
Necesitamos darnos permiso, rebajar nuestra autoexigencia, no darnos tanta caña, porque somos nuestros peores enemigos, nosotros mismos llegamos a ser nuestra peor sombra, y es por eso que quiero que, cada domingo o cada lunes, leáis este texto, para que no se os olvide lo valiosos que sois.
Y os puedo asegurar, que si lo hacéis, y lo intentáis aplicar a vuestra vida diaria, estoy totalmente segura, que vuestra vida cambiará.
El Sentido de la Infertilidad
Sobre todo en esos momentos en los que estamos tan tocados porque no conseguimos algo tan esencial, como la maternidad o la paternidad…. Y sabéis qué? Que un día, entenderéis porqué ese niño tardó tanto, o por lo menos, eso es lo que yo intento con mis pacientes, que vean el sentido de la infertilidad. Es VITAL para poder vivir el proceso de una forma saludable, entender que todo tiene una razón, que todo tiene un “para qué”, y que nada sucede por azar, sino que, nuestro futuro hijo, nos está enseñando antes de llegar a nuestras vidas… ESO, es lo importante de este camino, esto es lo esencial de este duro camino, que tiene un sentido y que debemos encontrarlo, porque si no, será muy difícil seguir andando….
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Para no variar, me he liado a hablar de otras cosas…. Pero necesitaba transmitíroslo….
Disfrutad del texto, aplicadlo, por lo menos intentadlo, solo con eso, será suficiente, que lo disfrutéis….
«Me doy permiso para separarme de personas que me maltraten, que me traten con brusquedad, presiones o violencia.
No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres, pareja, hijos, de nadie. Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento, fuera de mi vida. Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.
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Me doy permiso para no obligarme a ser el alma de la fiesta, el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan. No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado. Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso. Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme. Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas. No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse. Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente. No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable. No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros. Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona no adicta a la angustia. Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio. No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior. Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender. Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia. Empiezo por reconocer mis valores, y el resto vendrá solo. No espero de fuera.
Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas. Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo.
Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo. Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo. Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra. Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer. Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir no.
Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de aceptar las elecciones de otros. No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo normal y lo anormal en mis estados emocionales lo establezco yo».
Y añado un último permiso: Me doy permiso a no ser fértil, por lo menos, por ahora, llegará en el momento que tenga que llegar….
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