Publicado: 16/08/2015 - Actualizado: 18/05/2019
Autor: Antonia González
Hoy quiero dejaros unas palabras de Gabriela Cunha, hablando del profundo dolor que produce un diagnóstico de infertilidad.
Para los nuevos por estos lares, o diré que Gabriela es la mejor psicoterapeuta que he conocido, de la que ya he escrito en otras ocasiones, y que tengo la gran suerte de que forme parte del equipo de PsicoFertilidad Natural. Gabriela acompaña a l@s valientes que deciden mirar hacia sí mism@s… consiguiendo un resultado espectacular en un corto espacio de tiempo, a veces pienso que un poco maga-brujita, porque consigue lo que nadie…
Así que os dejo unas letras que ha escrito para vosotros, espero que os ayuden como faro en este largo camino que es la infertilidad.
“Nuestro mundo interno, ¿Qué nos sucede ante el diagnóstico de infertilidad? ¿Cómo lo vivimos en lo más profundo de nuestro ser?
Es un golpe difícil de encajar, no es algo que hayamos valorado como posible a lo largo de nuestra vida. Por tanto, no se vive como una patología más, sino que tiene todo un aspecto psicoemocional donde términos como culpa, el miedo o los sentimientos de inferioridad empiezan a tener vida propia. Se inicia a nivel interno un proceso de duelo con TODAS sus fases. La diferencia entre el proceso de duelo por la muerte de un ser querido y este proceso de duelo, radica en que el camino para llegar a la aceptación es más largo, porque la posibilidad de conseguir un embarazo aparece y desaparece dependiendo de las soluciones o alternativas que se plantean ante esta patología, cada comienzo, cada nuevo tratamiento es un renacer de ilusiones y esperanzas. En un proceso de duelo por muerte, no existe la posibilidad de devolver la vida a quien hayamos perdido. En cambio ante la infertilidad, hay muchos momentos donde las expectativas se renuevan y abrazamos el sueño de que, por fin, podremos lograrlo.
Ambos procesos de duelo se viven con una infinita frustración e impotencia, pasando por las etapas habituales de un duelo: el shock o perplejidad es la primera, nos cuesta creer que esto nos esté pasando. A veces tenemos la sensación de que es una pesadilla de la que nos vamos a despertar o que el impacto es tan fuerte que no nos vemos capaces, por momentos, de sobrellevarlo. Esta primera etapa suele ir acompañada de pensamientos de negación, donde se intentan buscar soluciones que buscan minimizar el problema; estamos cansados, necesitamos unas vacaciones, etc…
Después viene el enfado, la ira, la búsqueda de culpables. Esta es una etapa especialmente crítica para la pareja pues pueden producirse enfrentamientos y desencuentros que les lleven a sentirse solos y volverse en contra uno del otro.
Después suele iniciarse una etapa de negociación, donde nos sentimos dispuestos a hacer lo que haya que hacer para lograr el embarazo y se inicia el largo y doloroso camino de los tratamientos donde además, si las expectativas son desmedidas la vivencia ante las dificultades que puedan surgir, o los negativos al final de un ciclo se viven aún con más peso y dolor. Lo que da lugar al inicio de la siguiente etapa: depresión o ansiedad, dependiendo de la estructura de personalidad de la mujer o de la pareja.
Es una etapa muy dura, larga, desgastante, donde se ve amenazada la esencia de nuestra feminidad y/o masculinidad, donde percibimos una pérdida casi total del control de nuestras acciones y deseos, y donde todavía el camino hacia la maternidad o paternidad se convierte en una carrera de fondo, en una montaña rusa donde un día estamos arriba del todo y al siguiente hemos descendido al infierno del vacío otra vez, el vacío de nuestro vientre y de nuestra vida… y hay que sacar fuerzas de flaqueza para volver a empezar.
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El camino es tremendamente duro como para pasarlo en soledad y no pagar precios muy altos por ello. Es un proceso agotador, a veces muy doloroso y frustrante o lleno de obstáculos, él que sea más o menos traumático va a depender mucho de la solidez de la pareja, de la estructura de personalidad de cada uno. Así como también de que la pareja reciba un buen soporte psicoemocional. Y como digo siempre a mis pacientes; “el peso, cuando se reparte, pesa menos….”
Les dejo un fuerte y cálido abrazo, Gabriela”
Y ojalá, después de leer estas palabras, que con tanto amor a escrito Gabriela, podáis tomar conciencia de que este camino no es fácil, de que es normal agotarse, tirar la toalla varias veces, que no estáis locas, ni sois demasiado sensibles, ni exageradas…. Vale????!!!!
Es normal vivirlo mal!!!!! Porque es algo tremendo!!! Por eso, como dice Gabi, animaos a pedir ayuda, eso no te convierte en un ser más frágil, sino es un ser inteligente que prefiere compartir la carga, para seguir luchando, y sobre todo, si decides dejar de luchar, cierra esta etapa bien, realiza tu duelo, y sigue andando…
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